CADA UNO EN SU LIVING



(Todo lo que hago es correr en mi propio y cómodo vacío, en mi propio silencio nostálgico. Y eso es maravilloso. No importa lo que nadie diga.)

La frase está en el libro De qué hablo cuando hablo de correr, de Haruki Murakami. Es parte de un relato muy personal en el que él trata de organizar su experiencia como escritor y corredor. Y aunque mencione parques y calles registradas en sus carreras, el modo como describe todo me hace imaginarlo en un living muy luminoso, de paredes blancas. Sentado en un sillón gris claro. Vistiendo camisa azul y pantalón beige. Zapatos marrones, definitivamente. Pulcro y sereno.

No sé si es por haber nacido un 24 de junio a las 7h25, Cáncer con ascendiente en Géminis y luna en Piscis. En 1981, año del gallo. Si es por ser argentina con años y años en Río. Por la herencia familiar o, finalmente, por la combinación que se dio de todo eso. No sé. Lo único que sé es que nunca fui minimalista. Jamas pude adoptar con naturalidad la sencillez de las cosas. Por general, cuanto más tranquilo está mi panorama, más me impaciento. El vacío como sinónimo de serenidad me molesta y preocupa. No me suena para nada acogedor como el de Murakami.
A veces lo tomo como un punto positivo de mi personalidad y me divierte. Otras veces caigo en la cuenta de que cuando hay mucho es más fácil que sobre, que desborde. E intenté ser minimalista. Intenté reducir, reducirme. Pero no pude hacerlo de verdad. No de manera constante.
La ruta más razonable a la que fui llegando con el tiempo fue entender que debía tomar consciencia de todo lo que cargo. Identificar los pensamientos y sentimientos, darles prioridad según el momento, no desesperarme para abarcar todo a la vez, no lamentarme por lo que no estoy haciendo.
Ha sido una aventura distinta desde entonces y cada vez lo veo más como un proceso continuo pero infinito. Sigo envidiando la tranquilidad de personas como Murakami pero como sé que tampoco puedo ser lo que no soy, no me desespero. Si puedo sigo, si me mareo aflojo.

En otro living estoy yo También es luminoso pero la claridad que entra se refleja en las paredes pintadas, en la alfombra, en los muebles coloridos. El sillón en donde estoy sentada tiene un tapizado sesentoso, con flores y figuras geométricas. Hay muchos cuadros colgados, fotos enmarcadas y frases escritas por doquier. Objetos apilados sobre libros y libros apilados sobre objetos. Suena un tema que es bossa nova, es jazz y tiene pizcas de tango. Rosas, jazmines y un bizcochuelo cocinándose perfuman el ambiente. Las plantas ya se están enredando en las cortinas. Cuando veo que empiezo a rozar el límite del buen gusto me levanto, reordeno algo, limpio un poco y abro aún más las ventanas. Listo. Me vuelvo a sentar.
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