CARTA PARA LIA

Querida Lia,

Después de andar por unas cuantas ciudades y por tantos lugares desconocidos volver a tu hogar fue casi como llegar a casa.
Tus colegas de piso no estaban. Tampoco había ningún visitante dando vuelta. Muy raro jaja! Nos recibió este señor, el que siempre está en la bienvenida y nunca deja de caminar:


La subida por las escaleras con las valijas aún más pesadas que antes fue dura, no te voy a mentir. Pero abrir la puerta de tu habitación y ver toda esa luz hizo que el esfuerzo valiera la pena.
Por hablar en luz y porque recién habíamos llegado, lo primero que hicimos fue preparar unos mates y tomarlos en el living que también estaba muy luminoso y lleno de ruidos divertidos de la calle. 


Sobre la mesa aún estaba la golondrina esa que vuela y prende fuego al mismo tiempo. Me dieron ganas de armar un cigarrillo solo para saber qué efecto ella genera con su chispa pero como no fumo me quedó la curiosidad.


Por suerte, el deseo de felicidad en plural también seguía enorme y enfático sobre nuestras cabezas.


En el rincón de la lectura de aura - me tomé el atrevimiento de nombrarlo así cuando vi este cuadro, la mesita y el sillón ubicados estrategicamente juntos - no llegué a sentarme pero buena vibra en el ambiente había, te lo puedo asegurar.


Volviendo a tu habitación (porque el descanso era necesario!) vi que tus abrigos seguían ahí, esperando los próximos fríos. Y las carteras con muchas ganas de salir a la calle otra vez.



Tu mascota pegó unos miados preguntando por donde andas, por qué te fuiste y por qué lo dejaste ahí colgado con tantas noticias para leer. Viste como son los gatos azules, tienen fama de protestones pero es pura carencia.


Ah, y este es otro que, si bien no ladra mucho, también sigue haciendo preguntas perturbadoras:


Recostada en la cama me puse a mirar el techo, a recordar los últimas días, a filosofar un poco. La vista sigue siendo fabulosa:


La verdad... cómo no pensar en ciudades, cómo no pensar en descubrir el mundo como haces vos con ese balcón celeste que tenes ahí al lado de tu almohada?

De paso, te cuento que cuando vuelvas vas a ver que la ropa colgada ya se secó.


Que la enredadera sufrió un poco el calor pero sigue de pie - y enredándose vaya uno a saber en cuantos temas.


El jazmín, ansioso, ya se anda jactando con una flor. Pero, si miras bien debajo de las hojas, aún hay un botoncito cerrado que te espera.


Y sobre todo, quédate tranquila porque aquí sigue girando el círculo virtuoso que dejaste en marcha:


Gracias, una vez más, por recibirnos! Aviso que, como no estabas, tendremos que volver pronto a Barcelona para conocer tu propia ciudad, tus caminos y rincones.
Que tu regreso a casa sea tan dulce como fue nuestra estadía por acá.

Saludos,

       Julieta             


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