Té para tres

Hace 3 años yo estaba sentada en el living de Aida Bortnick y escuché esta consigna: escribir un relato que tuviera "un masculino, un femenino y un oso de verdad". Luego, dio vuelta su reloj de arena y como consuelo a nuestras caras desesperadas solamente agregó "no es cuestión de pensar, hay que ir a ello". Lo que me salió entonces fue describir una escena en que un oso, encantado por el olor a torta que venía de la casa, le preguntaba a los dueños si se podía quedar a tomar el té. Y ellos le respondían que, justamente, lo estaban esperando. El diálogo me había parecido bárbaro pero cuando lo leí, Aída me retó y dijo "corregí eso, tu personaje no es un oso de verdad".

Hoy internet me regala esta foto viral, de un matrimonio que adoptó un oso como uno más de la familia. Y pienso que si Aída estuviera viva me atrevería a discutirle el cumplimiento de la consigna. Parece ser que la realidad cuando no supera la ficción mínimamente la alcanza.

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