6 libros para empezar las clases

Para armar este post fui pensando apenas "a ver, a ver, como alumnx o como mediadorx de lectura, ¿qué me gustaría leer en este regreso escolar?". Sin querer queriendo, resulta que todos son libros de poesía. No me lo propuse como un criterio a la hora de acercarme a la biblioteca y elegirlos, pero así salió esta lista de 6 libros para empezar las clases. Ojalá sea una señal, ojalá sea un año de mucha poesía. Los comparto en el mismo orden que fueron manoteados, estante por estante:



1. Vidas de Gatos, de Silvia Arazicon ilustraciones de Pilar Centeno. Lo edita Planeta Lector.
Conocí este libro porque soy fana de Pilar Centeno. Ella fue compartiendo algunas ilustraciones en Instagram y me enamoré de sus gatos llenos de personalidad. Finalmente, con el libro en manos, llegué al texto de Silvia Arazi. ¡Cuánto detalle, cuánta expresión en ambos trabajos! Me gusta porque cada gato es un capítulo y un poema. Y porque cada gato podría ser un libro a parte. ¡Son unos tremendos personajes! Para mi, el libro se merecía un tamaño más grande, con tapa dura, pero la calidad de impresión es hermosa. Dan ganas de enmarcar cada dibujo de Pilar. Ah, Vidas de Gatos tiene un plus genial: lo podés escuchar convertido en música (Silvia también canta) en plataformas como Youtube, Spotify o iTunes.




2. Zoo Loco, de María Elena Walsh, con ilustraciones de Pablo Vilar. Lo edita Sudamericana.
Cuesta elegir un favorito entre favoritos. Pero, si tuviera que decidir entre toda la obra de María Elena, me parece que esta sería mi opción. En Zoo Loco hay un Hipopótamo que parece un Mosquito, un Canario que pasea en coche, una Trucha que vive en un árbol. Me gusta porque es un libro completamente loco, pero, al mismo tiempo, muy organizado en forma de limericks. Locura con ritmo si las hay. El trazo de Pablo Vilar, presente en otro montón de libros de María Elena, termina de darle la identidad disparatada a los animales de este Zoo.



3. Agua Cero, de María Teresa Andruetto, con ilustraciones de Guillermo Daghero. Lo edita Comunicarte.
Agua Cero es un juego de palabras. Son poemas, son caligramas. Es una sopa de letras, con versos para leer en voz alta a cada cucharada. Me gusta porque en este libro se puede escuchar la voz de maestra de Andruetto. Como si tuviera puesto un delantal, enseñando a unir letra con letra. Mientras tanto, Guillermo Daghero recorta, pega y desplaza imágenes. Ilustra como si estuviera dibujando en el pizarrón de ese mismo aula.



4. Adentro de este dedal hay una ciudad, de Nelvy Bustamante, con ilustraciones de Cecilia Afonso Esteves. Lo edita Edelvives.
Nelvy, como bien dice el título, logra colocar una ciudad entera adentro de un dedal. Y a su vez, también la coloca adentro de este libro. Hay un viejito, pasan un subte y una lagartija, abre una mercería. Me gusta porque le da una nueva medida a los espacios sin romperlos, sin achicarlos. Adentro de este dedal viene con yapa: la última página es una ciudad troquelada para armar. Ideal para probar todo lo que uno es capaz de ponerle adentro después de atravesar su lectura.



5. Piedritas, de Cecilia Pisos, con fotografias de Leticia Fraguela. Editado por Mágicas Naranjas.
Del lado de afuera del libro vemos un título en diminutivo, la tapa con fondo blanco, la foto de dos piedras. En su interior, el rescate de cosas pequeñas, gestos, momentos. Los versos de Cecilia tienen el peso de una piedrita en el bolsillo, tienen el vuelo de la piedrita que uno tira al agua solo para ver hasta dónde llegará. Las fotos de Leticia, en sintonía, aportan un escenario para esos movimientos. Me gusta porque a este libro no le sobra ni le falta nada.



6. Cabía una vez, de David Wapner, con ilustraciones de Juan Lima. Editado por Calibroscopio.
Con Cabía una vez, veo que esta selección para empezar las clases estaba destinada a convertirse en un gran juego poético. Porque jugar es lo que hace David cuando se atreve modelar el famoso "era una vez" como se le canta: sabía una vez, la vía una vez, sandía una vez. Me gusta porque es inesperado y un tanto provocador. Lo leo y siento que me desafía, a ver qué puedo decir yo también. Juan Lima (con JU de gran jugador de palabras e imágenes), su partner in crime en este libro, acompaña con las ilustraciones, divirtiéndose a la par.



¡Buen regreso para todxs!
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