Carta para María Teresa II

Hola, Teresa!

Acá estoy, una vez más, escribiéndote luego de un encuentro con vos. Ayer a la noche, ya en la cama, terminé de leer tu Lengua Madre y me fui a dormir con él entero adentro mío.

Hoy me desperté pensando en el triángulo abuela-madre-hija que le tocó vivir a mi tocaya en el libro y no pude dejar de asociarlo con la historia de mi propia mamá. Cuando ella tenía 15 años, su madre le confesó que, en realidad, era su abuela. Aquella que mi mamá siempre había pensado que era su hermana más grande que vivía en otro país era su verdadera madre.
Ese episodio familiar no tuvo nada que ver con la dictadura militar, sino con la dictadura de los modos y costumbres de otra época. Pero encuentro muchas similitudes entre las sensaciones de Julieta Pronello y las que he observado en mi mamá a lo largo de los años. Eso de estar medio fuera de lugar, de no saber de dónde viene, de no querer sentir ciertas cosas al mismo tiempo que urge la necesidad de ser amada, de expresar lo que siente.

Mi mamá cuenta que nunca se sintió tan sola como cuando yo nací. Porque aunque tuviera mi padre y demás familiares cerca, no tenía a su mamá que era abuela, para decirle cómo iba a ser la vida a partir de ese momento. Por otro lado, también me dice que ese día finalmente sintió que tenía su propia familia, su lugar para pertenecer y permanecer.

Una vez leí que las hijas vienen a sanar algo en sus madres y la verdad que, por todo esto que te cuento, me parece algo bello y muy real. Toda las veces que me encuentro con mi mamá siento que ella me hace crecer y que yo, de alguna manera, la sigo sanando.

Aún no soy madre así que, por ahora, mi testimonio es apenas el de hija. Igualmente, sospecho que la vida funcionará de modo similar. Que los hilos familiares siempre nos continúan por nuestros vientres y nuestras lenguas.

Quisiera escribirte todo esto con mi letra, como le hacía Ema a Julia, pero no está mal tampoco contar con la facilidad de un mensaje online en esta mañana de lluvia en Buenos Aires.

Te mando un beso enorme y un abrazo que va cálido hacia donde estés.

Julieta
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