"La Argentina duele"


Nunca supe quien es el autor de la frase tan usada por estas tierras celestes. Pero es una verdad practicamente absoluta por la constancia y continuidad con que se reafirma.
Ayer Argentina dolió. Está doliendo hasta ahora.
Se fue Alfonsín. Y hasta yo, que no acompaño la política, que pertenezco a esa generación que fue convencida de que la política es algo malo, hecha por personas malas y repletas de turbias intenciones, se lo que significó Alfonsín. Un símbolo argentino, de los más transparentes: toda la esperanza y la desilusión de una época en un solo hombre, un solo nombre.
Del otro lado de los temas que hago fuerza por no interesarme, la Selección Argentina. Perdió contra Bolivia. Sufrió doloridisimos 6 goles. Y el argentino sintió arder las cicatrices de las heridas causadas por otro símbolo adorado y odiado: Diego Maradona. Lo que duele es la frustración. Es el "yo sabia", el "no te dije!?".
Nuestra historia está llena, repleta de esperanzas y desilusiones. Y eso, infelizmente, es la alquimia básica para formar un verdadero pesimista. Como si fuera poco, tenemos memoria, algo que muchas naciones ya se olvidaron. Pero, como somos pesimistas, nos acordamos de las feas sensaciones, de la amargura que dejan los éxitos que brillan más por su ausencia.
Es triste eso. Que se sientan tanto, tantas cosas y que termine doliendo. Como un gran amor que uno prefiere a veces no tener y pide para olvidar. Y cuanto más quiere olvidar, más lo recuerda.
Para mi, ser argentina es estar enamorada de un chanta. Es dejarme llevar por un misterioso encanto, ya sabiendo que en algún momento me va hacer sufrir.
Pero los enamorados somos así. Aunque nos digan, aunque lo veamos con nuestros propios ojos, seguimos creyendo que algún día todo va cambiar. Seguimos teniendo, del lado de adentro, más esperanzas que desilusiones.
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