Cuando buscas reconocimiento

En el año 2005 ya era licenciada en comunicación y no tenía la menor idea de qué iba a hacer de mi vida. Yo era una periodista recién diplomada, hacía trabajos sin mucha importancia y todo el tiempo escuchaba frases como "es un desperdicio que alguien como vos no esté trabajando de lo que sabe hacer". Me pesaba una tremenda mochila: mis expectativas no correspondidas y las de los demás. Para agregarle un peso extra, el Ministerio del Trabajo de Brasil me negó el registro de periodista. Por más que hubiera vivido en Río de Janeiro desde los 5 años, que hubiera cursado toda la escuela y la facultad allá, no tenía el derecho a recibir el mismo sello que mis colegas. Yo era una residente extranjera.

Tenía una bronca enorme. Estaba indignada. Sentía que la vida sólo me daba señales de que debería venirme a Buenos Aires a buscar mi verdadera identidad, a no ser sapo de otro pozo. Hoy puede sonar medio exagerado pero no lo era para mí.

Para esa misma época, el periodista brasilero Zuenir Ventura lanzó el libro "Minhas histórias dos outros", algo como Mis historias de los demás. El libro cuenta como Zuenir se convierte en periodista a través de la experiencia, de las aventuras y de los dramas que le toca vivir trabajando. Admiraba su trabajo y por eso fui a un evento adonde él iba a estar hablando sobre el libro y firmando autógrafos.

Zuenir suele hablar de todo con mucho humor y la charla fue genial. Luego, me puse con los demás en la fila para lograr un autógrafo. Fue un entretenimiento a parte porque podía escuchar lo que cada uno decía cuando le tocaba su turno. "Hola, Zuenir, vengo porque sos mi primo segundo por parte de Fulanito", o "No te vas a acordar de mi pero yo le dí clase a tu hijo". Y así. Cuando llegó mi vez, entre la vergüenza cholula y la risa por lo que venía escuchando me salió decirle que no era su prima, ni tenía ningún vínculo con él, que estaba allí porque también era periodista y admiraba su trabajo. Zuenir se rió y me escribió esta dedicatoria:

"Julieta, tampoco soy tu primo pero me gustas. Un beso de tu colega de oficio, Zuenir".

Ese mismo día me leí todo el libro y sentí que, sin querer, Zuenir me había dado lo que yo no conseguía obtener por ningún lado: reconocimiento. Si él decía que yo era su colega de oficio, ¿qué falta me hacía el registro de periodista?


Al año siguiente me vine a Buenos Aires. Acá, hice lo que podía: trabajé en una juguetería, fui vendedora en un local de ropa, profesora de portugués, traductora, productora y guionista. En este momento me dicen redactora creativa, productora de contenido o "seño" según el trabajo que esté haciendo. Soy todo menos la periodista que imaginé que sería cuando empecé la facultad. Sin embargo, nunca perdí el gusto por el relato. Y nunca dejé de conservar mis historias de los demás, como dice el colega Zuenir.

Estuve arreglando la biblioteca acá en casa y reencontré este libro. Ojalá vos también te encuentres pronto con el reconocimiento que buscas.
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