Que las agujas del reloj no te pinchen la nuca

"Piensa en esto: cuando te regalan un reloj te regalan un pequeño infierno florido, una cadena de rosas, un calabozo de aire. No te dan solamente el reloj, que los cumplas muy felices y esperamos que te dure porque es de buena marca, suizo con áncora de rubíes; no te regalan solamente ese menudo picapedrero que te atarás a la muñeca y pasearás contigo. Te regalan -no lo saben, lo terrible es que no lo saben-, te regalan un nuevo pedazo frágil y precario de ti mismo, algo que es tuyo pero no es tu cuerpo, que hay que atar a tu cuerpo con su correa como un bracito desesperado colgándose de tu muñeca. Te regalan la necesidad de darle cuerda todos los días, la obligación de darle cuerda para que siga siendo un reloj; te regalan la obsesión de atender a la hora exacta en las vitrinas de las joyerías, en el anuncio por la radio, en el servicio telefónico. Te regalan el miedo de perderlo, de que te lo roben, de que se te caiga al suelo y se rompa. Te regalan su marca, y la seguridad de que es una marca mejor que las otras, te regalan la tendencia de comparar tu reloj con los demás relojes. No te regalan un reloj, tú eres el regalado, a ti te ofrecen para el cumpleaños del reloj." 

(Julio Cortázar en "Preámbulo a las instrucciones para dar cuerda en un reloj")

Versión porteña del conejo de Alicia, por Celine Hitier
"Todos os dias quando acordo
Não tenho mais
O tempo que passou
Mas tenho muito tempo
Temos todo o tempo do mundo"
(Renato Russo en "Tempo Perdido")



Todas muy buenas maneras de recordar que la medida del tiempo es una invención nuestra. Que nosotros le damos la importancia o superficialidad que se nos ocurre. Que las agujas que hacen tic tac no nos pueden tocar la nuca. Pero, también, que el tiempo va pasar aunque nos quedemos quietos, paraditos sin medirlo.
Hoy, cierro los ojos y solo soy lo que soy y estoy donde estoy. Suficiente por ahora.
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