Desilusión

Ultimamente, todas las veces que me sentaba a la noche acá en el escritorio para leer o escribir, empezaba a sentir que la temperatura subía y hasta llegué a transpirar.
Ya estaba por pensar que era todo motivado por el calor literario, que finalmente me había tocado el fervor de un lector/escritor conmocionado.
Recién me doy cuenta que es la luz de la lampara que tengo en la mesa, que calienta como no se qué.
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Desilusionada, ahora prendo también el ventilador, para airear las ideas y ver que pasa.
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