Crecí hasta volver a ser pequeña


“Todos sabemos lo que nos pasa cuando un libro nos enamora”, dice Liliana Bodoc. Confiando en eso - y en ella, siempre - me ahorro el esfuerzo de andar escarbando frases que traten de explicar lo que me ocurrió cuando vi Crecí hasta volver a ser pequeña, de Adela Bach y María Delia Lozupone (Delius).
Fuimos en familia a la feria de editores el fin de semana pasado, y entre miles de libros, miles de personas, miles de hermosos emprendimientos literarios, me enamoré. Fue el título lo que me llamó la atención primero, eso ya lo sé. Fue ver el nombre de Adela. Fueron los colores de Delius. Lo agarré para hojearlo y me conmovió.


“Cuando yo era una niña pequeña, todo estaba vivo”. Así empieza el libro y hay como una chispita que se prende, ¿no? Arranca una triple lectura, diría. La del texto, la de las ilustraciones, la de los recuerdos.

“Todo era lo que era y al mismo tiempo era otra cosa, porque siempre jugábamos a disfrazarnos. (...) Cuando me miraba al espejo, podía hablar con alguien que se me parecía, pero era diferente”.

De pronto hay algo que interrumpe la vida como era y vuela todo. El mundo conocido queda en silencio, sin palabras y sin acción. No queda otra que moverse por cuenta propia para encontrar lo que desapareció.



La protagonista embarca en una búsqueda de mucha introspección y revelaciones. “Los espejos me devuelven una imagen que me sorprende tanto, que termino por aceptar que sé muy poco de la vida”, dice, y es apenas uno de sus hallazgos.


Crecí hasta volver a ser pequeña me llega muy cerca a la fecha argentina del día del niño. Casualidad, causalidad, quién sabe. No añoro mi infancia porque prefiero disfrutarla en tiempo presente, pero acá hay un viaje de ida y vuelta que se plantea. ¿Hay cosas que antes estaban vivas y ahora no están? ¿Qué enlaza la niña de la foto con esta mujer que tipea?
Siento que si el libro tuviera mitad de las palabras y de las imágenes que tiene ya me alcanzaría. Quizás por eso de lo que nos pasa cuando un libro nos enamora. Acá pasan muchas cosas.

Una genia Adela. Una genia Lozupone. Ellas dedican el libro una a la otra y me parece tan acertado. Hermoso trabajo en conjunto hicieron.
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