Acto de creación

El 8 de enero nació Antonio, nuestro primer hijo. A término, super sano, por parto normal, pesando casi 3,9 kg. Toda la bendición junta y un desborde increíble de amor. Más no podríamos pedir.

Pocas escenas de mi vida me emocionaron tanto como la salida del sanatorio con él en brazos. La avenida, la gente, los autos, el ruido, el calor. Y una nueva persona puesta por nosotros en el mundo para vivirlo y transformarlo. ¡Qué lindo!
Lo tengo a upa mientras escribo y como uno de los temas favoritos de mi vida y del Circo Golondrina es crear, no puedo dejar de mirar todo este proceso como el acto de creación que es. Parir fue, como dicen, una experiencia única. Me costó bastante estar en una situación tan distinta, tan... animal. Siempre con la cabeza en tantas cosas, esta vez sentí que todas mis neuronas se transformaban en una sola que me repetía ¡pujá!


También fue único lo que pasó antes que viniera Antonio. ¿Les cuento con detalles muy personales? Empezamos el 2017 perdiendo un embarazo de 10 semanas. Me pasó, por primera vez en la vida, de no poder encontrarle el "lado positivo" a algo. Tuve que asumir la pérdida y fue un cachetazo para esta optimista.
Es una experiencia dolorosa, y claro que nos asustamos, pero la verdad que estuve todo el tiempo en una redoma de cariño y atención. Me cuidé lo necesario en todos los sentidos y la recuperación fue rápida.
Por otro lado, me sentí en un molesto limbo profesional. Unas cuantas oportunidades no se dieron y tuve la sensación de que en algún punto venía fallando mi comunicación con el Universo. Nada de lo que quería se concretaba, así que o no estaba siendo clara, o había algo que yo no estaba entendiendo. ¿Ya se sintieron así?

Tres meses después del aborto espontáneo apareció un nuevo resultado positivo. Sorpresa, alegría, un poco de miedo. Esta vez el panorama pintó bien desde el comienzo y el paso de las semanas sólo confirmó la buena notícia.
Lidié con la revolución hormonal mucho mejor de lo que esperaba, no tuve ni una náusea, y pude hacer actividad física todo el tiempo. Lo que más costó realmente fue disminuir la velocidad, la ansiedad, y entender que ciertos trabajos ya no podría hacer, que ya no se confirmarían o no podría tomarlos por el hecho de estar embarazada.
Creo que ahí pude ajustar mi diálogo con el Universo, porque entendí que aunque el consciente estuviera más preocupado con carrera, plata, cuentas, planes de refacciones, mi mente y mi cuerpo tenían una prioridad clara para este momento: ser madre.
Aproveché entonces para estudiar, leer y escribir, para hacer y dar talleres. Aproveché para buscar el punto medio entre descifrar mi anhelo y dejarlo fluir.

Suelo decir en los talleres que doy, en los posts que escribo acá, que somos creaciones y venimos a crear. Siento, entonces, que viví uno de los ejemplos más claros de esa afirmación. No es un proceso fácil, y del deseo a la realización hay muchas etapas, pero llegar a tener la obra en brazos es absolutamente maravilloso. Crear siempre vale la pena.
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