RÍO DE JANEIRO ME DEVUELVE EL HORIZONTE
Río de Janeiro siempre me devuelve el horizonte.
Fui angustiada. Con complejos y dudas. Repleta de prejuicios hacia lo que ahora a veces siento ajeno. Con miedo de que lloviera todos los días. Lamentándome por lo que no tendría tiempo de hacer, por las personas que no llegaría a ver. Sintiendo la molestia de ir a vivir lo que ya no es como antes, ser testigo de cosas que no vuelven más.
Fui angustiada. Con complejos y dudas. Repleta de prejuicios hacia lo que ahora a veces siento ajeno. Con miedo de que lloviera todos los días. Lamentándome por lo que no tendría tiempo de hacer, por las personas que no llegaría a ver. Sintiendo la molestia de ir a vivir lo que ya no es como antes, ser testigo de cosas que no vuelven más.
Volví mucho más liviana. Con el panorama extendido por el mar, por el paisaje y por abrazos que no cambian nunca. Viví días de sol hasta, literalmente, insolarme. Visité a quien pude y dejé para la próxima visita los encuentros que no se dieron. Entendí que no puedo controlar todo porque no me dan las manos, la geografía y porque tampoco tengo el derecho de hacerlo.
la ventana de mi habitación
atardecer en la Praia do Recreio
agua de mar
agua de río